Pasó el tiempo, y no sé dónde he estado. Ahora, en soledad, observo este nuevo espacio y me hago las mismas preguntas de siempre.
Y si continuamente todo cambia, entonces ¿nada es certero? Tengo miedo de esos pasos que continuamente cruzan nuevos destinos, me pregunto... ¿siempre es así? Todo en el aire, todo puede ser o no. Y me veo más cansada, más triste y con menos sueños. La aceptación de las cosas a veces esconde una irremediable amargura. No sé qué busco, pero sólo sé que no lo encuentro y estoy cansada de mover hilos, de subir montañas, y curarme las heridas, cansada de dormir sueños... En algún lugar que desconozco debe haber un lugar donde reposar el alma, un cobijo, una mirada que lo nutra todo.
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