Será cuestión de dejar pasar las horas y el whisky. Será cuestión de quemar alguna tuca, de fumar algún cigarro viejo. O será cuestión de esperar, y darle tiempo a la cabeza, a que se acomoden las ideas, a llorar, a dejar de llorar, a dejarme caer en la cama y dormir y soñar, y preguntarle por qué, por qué me obligó a hacerlo, y decirle que extraño, y pedirle que vuelva.
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