Yo, de tanto querer y extrañar a una persona, me cansé. Y no tanto de esperarlo, sino, de tener esa ilusión de que él iba a volver, y sin saber si realmente volvería. Me cansé de llorar, me cansé de sufrir, me cansé de pensar en lo que estaría haciendo. Maté a esa ilusión, de tanto pensar, me maté a mi misma pensando. Dije que no quería volver a ser la misma, esa tonta que vivía esperando. Y aunque a veces, se dan las oportunidades para que siga llorando, en algunas
prefiero cambiar de actividades, o de tema, de pensamiento, y en otras, lloro, me saco nuevamente el sufrimiento por los ojos, pero ya me siento distinta, no lloro con ese dolor intenso, que pareciera que nada me calmara, lloro de manera diferente. Lloro sin extrañarlo, lloro sin amarlo, lloro sin desearlo, lloro odiando su sonrisa. Lloro con bronca, pero
después se me pasa. Lloro con ganas. Con ganas de que alguien me abrace, y me diga al oído palabras hermosas. Encontré a ese alguien, y a ahora, casi no lloro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario